lunes, 19 de octubre de 2015

DE LA VOZ A LA TINTA

Plástico. La muerte transparente.
Por: José Luis Ramírez Sánchez.


Un buen capitulo de la pesadilla de este planeta, avanza con cada bolsa o botella de plástico que cae al piso. Cada acto que parece intrascendente se suma a miles y millones de actos iguales, que sumados crean un océano –literal- de basura, capaz de matar desde las células elementales que dieron vida a la humanidad, hasta los seres que hoy nos maravillan por su impresionante tamaño y hermosura: las ballenas

Producción global de daño ambiental.

Cada año crece la producción global de plásticos, la demanda es brutal. Este año, más de 320 millones de toneladas de plástico se producirán para su uso en actividades claves de la economía, y otras menos relevantes como empacar gramos de comida chatarra, contener mililitros de bebidas, y unas tan anodinas como popotes para absorber líquidos. Los residuos terminarán en las alcantarillas, lagunas, ríos y mar.

De cierto, el problema es mayúsculo considerando que la basura plástica no desaparece sino que se acumula, pensemos que las 320 millones de toneladas de este año se suman a las producidas en años anteriores, y se añadirán a las que se produzcan los siguientes años. El pasado, presente y futuro de los desechos plásticos nos advierte de un panorama dantesco que no quisiéramos ver jamás.

Sin embargo, las manifestaciones del daño ambiental las ignoramos cada día. Más de 275 millones de toneladas de residuos plásticos invaden las calles, los drenajes, los basureros cada año. Para que usted tenga una idea, esos residuos equivalen al peso de 1 millón 536 mil aviones Boing 747-400, cuyo peso individual sin carga es de 178 mil 750 kilos. Si los viéramos todos juntos en el cielo, solo con sus alas, taparían fácilmente la luz del sol de toda américa.

La regla de la dispersión de la basura plástica es muy sencilla, del centro a las orillas. O sea de su casa a las costas y de allí al mar. Si consideramos que en las costas se generan cada año más 100 millones de toneladas de residuos plásticos, y de las cuales menos del 70% es gestionada correctamente entonces el empuje del centro sumado al de las orillas es de pensarse. Para seguir con las comparaciones, esa basura equivale al peso de 18 millones 181 mil 818 elefantes de 5.5 toneladas cada uno.

Ahora bien, como señalaba líneas arriba, la basura plástica no se queda en la puerta de su casa o en su calle, su largo viaje terminará en la superficie y en el fondo marino. Se estima que más de 8 millones de toneladas de residuos de plástico invaden cada año los océanos, y de ellas 245 mil se quedan flotando. Un símil: imagine usted 267 mil trailers de 30 toneladas de peso entrando a los océanos, y de ellos mas de 8 mil flotando cada año, y el resto sumergido.

El costo de la indiferencia.

El porvenir, que lo fundamos en nuestros mejores deseos, lo saboteamos con nuestra forma de consumo y con indiferencia. “La entrada acumulada de residuos plásticos a los océanos llegará a los 155 millones de toneladas en el 2025”.

El principio de la historia.

Una bolsa plástica en la que se entrega una mercancía cualquiera, parece inofensiva, pero pensemos que tan solo “en un minuto, se consumen más de un millón de bolsas plásticas en el mundo”, sesenta millones de bolsas en una hora, claro, el destino de ellas es predecible si consideramos que solo el 1% se recicla.

Botellas al mar

Un icono de la vida “moderna” son las botellas pet, ni duda cabe que nos han resuelto un problema para transportar y guardar líquidos, pero nos han creado uno de proporciones incalculables: “Terminarán en el mar más de 30 mil millones de botellas pet”, esa cantidad es cuatro veces superior a la población total del planeta.

Cuando los plásticos inundan los mares, el plástico flotante se fragmenta y una parte de sus restos regresan a las playas del mundo. Este regreso de la basura, es una ironía de la naturaleza. En algunas playas de Hawái, las piezas de plástico superan a los granos de arena.

Isla de la basura.

Ni la literatura de ciencia ficción había bordeado el tema de la basura plástica como la peor amenaza a la vida marina, sin embargo, la realidad que hemos creado es casi fantástica, al grado de formar un nuevo continente sobre el mar, que alberga solo… basura plástica.

Entre Hawai y la costa de Estados Unidos se ubica una nueva isla con una extensión de 692,000 km/2, mas grande que España, está formada de restos de plástico y basura arrojados en aguas de Norteamérica y del sureste asiático, esta basura está atrapada en el movimiento circular de las corrientes ecuatoriales, lo cual impide su dispersión. Estamos creando un nuevo continente, y existen otros 4 sitios mas en crecimiento.

La vida marina está en riesgo.

Los residuos plásticos se han convertido en un confuso alimento y trampa letal de aves y fauna marina. Y lo inimaginable, las partículas plásticas también se han convertido en un mortífero “alimento” del plancton, base primaria de la cadena alimenticia marina. En esta nueva cadena de destrucción, esos microplásticos, son consumidos también por larvas de crustáceos y de ostras.

No resulta imposible que en unos cuantos años, nuestros mares se conviertan en cementerios flotantes. Actualmente, “más de un millón de aves y mas 100 mil mamíferos marinos mueren cada año por residuos plásticos vertidos a su hábitat”. Las postales marinas serán cada vez mas deslucidas porque las aves están siendo encontradas con el plástico mutilando su cuerpo o atrofiando su movimiento, por ahora solo es el 44%. Igualmente, se sabe que el 90% de las aves marinas del mundo han ingerido y acumulan residuos plásticos en su aparato digestivo.

2050 un hueco en el mar.

Se considera que la presencia de residuos de bolsas, envases, telas sintéticas, objetos plásticos se extenderá hasta alcanzar al 99% de las especies de aves marinas en el 2050, provocando daños importantes en su salud y reproducción. En un mar enfermo la vida marina será una postal para el infierno.

Lo que llevamos al mar, el mar nos lo regresa.

No hay lugar extraterrenal.

Nuestra civilización parece poco civilizada. Hemos creído erróneamente que hay un lugar extraterrenal a donde la basura se va, y claro, reposará o sufrirá con su alma plástica. Pero no hay lugar distante, ni etéreo para la basura. Nuestros mares son el contenedor temporal, pero el mar nos regresa y nos regresará nuestra desmesura.

El daño ambiental no tiene respeto por nada. El 22% de los cetáceos ya han sido afectados por los restos de plástico, sus cuerpos están heridos, mutilados o deformados. Las ballenas están muriendo por obstrucción intestinal causada por esa basura. Las Tortugas marinas son atrapadas por los empaques plásticos, y las bolsas las ingieren al confundirlas con alimento, finalmente mueren ahogadas o por la obstrucción de sus intestinos.

De esta marea plástica que llevamos al mar, no señalo, la parte química: solventes, pinturas, metales pesados que se desprenden, y que son igual o peor de letales que la acción mecánica o física de la basura, e ironías de la vida, éstos se nos regresan cuando servimos productos marinos en nuestra mesa.

Hecho en México,

Hemos sembrado un falso optimismo. Ya no hay tiempo para la biodegradabilidad. Si consideramos que las bolsas de plástico comunes, mínimo tardan entre 100 y 400 años para degradarse, y las “biodegradables” se fragmentan rápidamente, pero sus partículas siguen siendo microplástico, entonces el colapso marino esta a la vuelta de la esquina.

Según estimaciones de la Comisión de Medio Ambiente de Recursos Naturales y Pesca del Senado (LXI), los mexicanos utilizamos más de 20 millones de bolsas al día. Desde luego una buena parte de esa basura terminará en las calles, tapará tuberías, cañerías, drenaje público y como mal menor generará encharcamientos e inundaciones. Después, seguirá su camino silencioso y letal hacia los ríos y mares.

Las trampas del desarrollo en este tema no son peores que otros. Mientras unos ven con optimismo el crecimiento de la producción de bolsas plásticas, que en el año 2008 se ubicaba en 620 mil toneladas, otros señalan con gran preocupación el daño ambiental y su crecimiento escalado cada año. Es muy fácil minimizar el efecto dañino, hace siete años se mencionaba que únicamente 107 mil 513 toneladas de los residuos son bolsas de plástico. Pero, sin gestión y sin conciencia de su disposición final, una sola tonelada es un balazo a quemarropa.

Botellas pet.

La producción y consumo de contenedores plásticos para líquidos y su desecho indiscriminado también está ahogando los mares. Nuestro país tiene el privilegio de contar por sus dos extremos con zonas costeras, eso de cierto modo, son dos vías de desalojo de la basura plástica que consumimos. Solo en México se desechan anualmente 800 mil toneladas de botellas pet, y aunque en apariencia se muestre una preocupación ambiental, lo cierto es que solo se recicla el 15%.

Debido a la mala calidad del agua potable que se distribuye institucionalmente, el consumo de agua en garrafones ha crecido vertiginosamente y con ello la producción de empaques plásticos, etiquetas, tapones y todo lo que implica su distribución y movilización. En este año, nuestro consumo no será menor a 1 mil millones de garrafones de agua. O sea mil millones de cada insumo plástico que requiere para su venta. La ruta de confinación o reciclamiento ni siquiera esta mapeada, ni existe un camino claro para su concentración y control.

Del mismo modo, se estima que la producción de botellas pet, crezca para embotellar mas 7 mil 809 millones de litros de agua, cifra a la que se llegó el año pasado. Solo el 15% se reciclará, y del resto, cada unidad producida, podrá convertirse en un dardo fatal para la vida acuática.

Una salida del laberinto.

La producción de plásticos atendiendo solo fines lucrativos y “necesidades” de un consumidor sin conciencia, y de un productor igual, nos llevará a un laberinto donde la salida será peor que la entrada. Hay que reusar, reciclar, y concentrar primero el sentido común, la conciencia y el sentido de humanidad, lo demás vendrá solo.

Creo plenamente, que las leyes deben ser el canal por donde se acoten nuestras acciones, desde luego dictadas por nuestra conciencia social. Pero si las leyes están por encima de nuestra conciencia social y razonamiento individual, nada hará que sean aplicadas, y que regulen nuestros actos. Eso ocurrió hace 5 años cuando en el D.F. se prohibió el uso de bolsas de plástico comunes, y después dieron marcha atrás.

Sin duda, en el terreno institucional debe legislarse sobre la base de experiencias locales e internacionales. En algunos países las bolsas de plástico han sido prohibidas o sustituidas por bolsas de fibras orgánicas que sí son biodegrables, es decir que cumplen con “criterios de eficiencia ambiental y tecnológica”.

En cuanto a las botellas pet y garrafones, sobre todo para su uso en bebidas, estás deben regularse y evitarse o bien prohibirse, no sin atender el derecho a la salud, mediante el desarrollo e instalación y distribución de agua verdaderamente potable, y con el suministro gratuito en sitios públicos como jardines, oficinas, escuelas, plazas y demás.

Mi admirado Víctor Hugo, que no sabia en el lio que nos iba meter el consumismo, pero que sí sabia de la condición humana, escribió, "Primero fue necesario civilizar al hombre en su relación con el hombre. Ahora es necesario civilizar al hombre en su relación con la naturaleza y los animales." La pregunta es: ¿tendremos tiempo?

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