lunes, 22 de octubre de 2018

“El mundo es absolutamente perfecto”

En la calma y quietud, mirando retrospectivamente, podemos constatar que no hay “errores” en todos aquellos acontecimientos vividos.

Tal vez, en el momento de la “prueba” nos es difícil tener ese optimismo. Cuando el “agua está turbia” es casi imposible poder ver un presente y un futuro prometedor. Lo que debe quedarnos muy claro es que nada permanece, todo está en constante cambio, así que lo bueno y malo pasará; es necesario que así sea para mantener un equilibrio de energía.

Todo, absolutamente todo, tiene una razón de ser en la existencia del ser humano. Las insatisfacciones que pueden llegar a presentarse son necesarias ya que ellas nos impulsan a no quedarnos en la conformidad, en la mediocridad, nos catapultan a ir más allá, a creer en lo que los demás tal vez ya no creen o han desistido.

El dolor, la enfermedad, las separaciones, la violencia, el poder, el abuso del otro, las guerras, la muerte, todo aquello que le hemos puesto la etiqueta de malo, tiene un fin, un motivo de enseñanza intrínseca para que el ser humano sea mejor de lo que tal vez ya lo es.

¿Cómo podríamos poner en práctica todas aquellas virtudes que miles de veces decimos tener?

Sólo es posible conocer lo que tenemos y de lo que somos capaces de hacer, ante las diferentes pruebas de la vida.

Son necesarias las guerras, la violencia, las envidias, los rencores entre las personas, ya que son los “entrenamientos” de nuestras fortalezas y debilidades. En esos “campos de entrenamiento” es donde podemos aplicar –y no sólo hablar- del Amor, de la Paciencia, de la Comprensión, del Servicio, de la Ayuda, de la Tolerancia, del Perdón, de todos aquellos valores que forman y permiten estar en pie al hombre de hoy y de siempre.

Las separaciones, los malos entendidos, el poder, el abuso de los demás, nos permiten comprender y ser conscientes de que “todo pasa”, “todo cambia”, todo es tan relativo y subjetivo, ya que los sujetos mismos son los que deciden cómo “pintar su realidad”. Recuérdalo: “Tú tienes la pintura y el pincel, pinta el paraíso y entra en él”.

La muerte, lo más temido y lo más presente desde el momento en que se nos brinda la oportunidad de estarnos gestando, sólo ante ella podemos aprender que somos “viajeros en el tiempo”, “cañas mecidas por el viento”, tan frágiles que nuestra caducidad mortal no nos impide continuar creando con el deseo inconsciente de perpetuarnos hasta la eternidad. Bendecida sea la muerte que nos enseña que todo es vanidad, que está y existe para ser disfrutado, pero sin sentirnos dueños de ello, ya que mientras menos apegos tengamos, más fácilmente nos será partir y trascender.

Así que camina con ímpetu alegre, siempre teniendo un propósito por delante, aunque en ocasiones los “ladridos de los perros” sean fuertes, infundan temor y pareciesen que nos sacan de control y estuviéramos demasiado expuestos para ser devorados por ellos… no dejes de caminar porque hasta esos “ladridos” son perfectos, son necesarios para tu crecimiento y evolución como persona.

No lo olvides…

“El mundo es absolutamente perfecto, incluida nuestra insatisfacción y nuestros intentos por cambiarlo”.  Nisargadatta.

Por: Antonio Hernández Mascote.

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