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lunes, 20 de agosto de 2018

“La admiración te llena de riquezas”


Poco admiramos… mucho envidiamos.

Mucho destruimos… poco nos enriquecemos.

Desde pequeños fuimos educados para envidiar a los demás, lo que tienen, como son. Muy pocas veces nos educaron para admirar lo que los otros tienen, con la posibilidad de que aquello que admiramos en los demás es mucho más fácil de poder obtener en beneficio propio.

Imagínate un mundo donde todos tuviéramos todo y no nos hiciera falta nada.

En ese mundo tan utópico, seríamos incapaces de conectarnos con los demás, ya que nos conectamos desde lo faltante, desde aquello que no poseo y que el otro sí; perderíamos nuestra capacidad humana de contribuir al bienestar de aquellos que yacen alrededor nuestro.

Decía Melanie Klein, psicoanalista austriaca, que “los celos separaban, más la envidia destruía”.

Y es cierto. Tanto podemos llegar a envidiar al otro, que realizamos cierto tipo de actos destructivos, ya que la envidia destruye, no podemos concebir que el otro tenga u obtenga lo que yo no, de lo contrario, destruirlo será la misión.

Todo sería diferente si comenzáramos a practicar la admiración por el otro, por sus logros, por sus habilidades desarrolladas, sus “dones especiales”, así como experiencias de vida. Al admirar y reconocer en el otro lo que yo no tengo, estoy abriendo una puerta inmensa la cual me permitirá recibir beneficios cuando los necesite de aquellos a los que admiro. El mayor beneficio recibido: continuar creciendo al lado de estos Grandes Maestros de Vida.

Si tú eres la persona admirada, algo con lo que siempre deberás cargar es con la Humildad, ya que sin ella, el Ego se torna “inaguantable”, tanto para uno mismo, pero muy especialmente para los demás, y en lugar de enriquecernos, tristemente nos empobrecemos.

No olvides que no eres ni mejor, ni peor, siempre serás alguien especial con una misión que cumplir, con objetivos y proyectos por realizar. Tendrás a tu alrededor personas que puedan admirarte, personas a las que tu vida les será significativa y quieran imitarte, así que, procura caminar con consciencia, que tu ejemplo impulse a vivir de una manera armoniosa, llena de valores y congruencia.

No sientas celos de nadie, mejor dedica tiempo a conocer todas tus habilidades, para que así, el temor y la inseguridad no reinen en tu corazón y por ende, los celos no se adueñen de tus relaciones. Sólo siente celos aquel ser que no se conoce a sí mismo, que no ha descubierto todo el potencial que posee.

No dejes de admirar, que al hacerlo estarás reconociendo que aún eres un ser en constante evolución, alguien que saber reconocer en los demás sus virtudes y sus sombras, un ser que ha sido colocado en este viaje desde la humildad, desde el aprendizaje constante.

Cuando se envidia arrebatamos de los demás lo que no nos pertenece y como resultado nos convertimos en seres pobres, tan pobres que no tienen la visión de poder darse cuenta de las grandes riquezas que se poseen, donde no es necesario arrebatar a los demás, aquello que no es para sí. Se está para disfrutar y admirar, más no para posesionarse de lo que nunca será nuestro.

Tenlo presente y jamás lo olvides…

“Reemplaza los celos por la admiración. La envidia te colma de pobreza, la admiración te llena de riquezas”.

Por: Antonio Hernández Mascote.

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